martes, 6 de septiembre de 2011

AL FINAL : LA VERDAD

Se presentaron ante san Pedro dos personas. Una había sido famosa, admirada por su belleza corporal y los muchos premios que había podido acumular. Otra, por el contrario, había pasado prácticamente desapercibida. Era una mujer  muy sencilla, sin relieve social, pero con una fe que reflejaba a Jesús, por el amor que manifestaba a todos. El santo portero del cielo miró a las dos personas con distinta cara. A la primera, le miró seriamente, gesto que no le gustó a la interesada. A la segunda, le sonrío de tal manera que ella quedó iluminada y radiante de felicidad. Les invitó a las dos a entrar por la puerta del Cielo. La primera vio, con horror y terror, que la puerta cuanto más se acercaba a ella, tanto más se iba achicando hasta terminar por desaparecer.  Este fenómeno impactó de tal modo a la interesada que quedó muda, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. Tan pronto como recuperó el sentido, se dirigió a San Pedro para saber por qué la puerta se había cerrado tan inexplicablemente. El santo le dijo: Para poder ingresar al cielo, es preciso, imprescindible, ser niño en el corazón. Esta puerta es "muy inteligente" cuando percibe que viene alguien que ha creído ser importante, que ha vivido pendiente de si misma, despreocupada de Dios y de su Amor, automáticamente se bloquea y se cierra. Estaba todavía hablando el portero-pescador, el preferido de Jesús, cuando la mujercita, pidiendo permiso se fue directamente a la puerta que, oh  maravilla, siendo pequeña y estrecha se convirtió en una puerta gigantesca, abierta de par en par. Al ver este prodigio, la primera mujer se echó las manos a la cabeza y comenzó a llorar amargamente. San Pedro se fue contento y feliz, tras la mujer que había ingresado al Cielo. Quería participar en el recibimiento triunfal y glorioso que le haría Jesús a esta mujer, pequeña a los ojos de los hombres, pero gigante a los ojos de Dios. Una vez más, Dios ponía de relieve que lo que importa no es lo que valoran los hombres: fama, premios, aplausos, belleza, dinero y gloria humana pasajera y engañosa, sino la Fe, el Amor, la Vida divina, la solidaridad y preocupación por ayudar y facilitar la vida y la Salvación a cuantos más podamos.
Todos necesitamos poner nuestro corazón y nuestra preocupación en todo lo que Dios valora, en lo invisible, en lo que dura para siempre, para que cuando llegue la Hora de la Verdad, recibamos el Premio que" ni el ojo vio ni el oído oyó ni mente humana jamás imaginó, premio que Dios tiene preparado para los que le aman"
Ya lo decía el poeta con aquellos versos famosos: "La ciencia más consumada es que el hombre bien viva y bien  acabe porque  al final de la jornada que el que se salva, sabe y el que no, no sabe nada."
Vivamos cada día nuestra Fe, unidos a Jesús, preocupados del bien y salvación de todos, utilizando todo para nuestro bien, como medios, sin atarnos a nada. O, como dicen los santos: " Vivamos con los pies en el suelo, pero siempre con el corazón en el Cielo" Esto es lo que verdaderamente importa.-

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