miércoles, 29 de junio de 2011

¡ MI COMUNIDAD FUE LA QUE ME ENVIO !

Conozco de cerca al P. Michel. Es africano, nacido en Kenia. Trabaja en una parroquia vecina. Demuestra un gran espìritu misionero y anuncia a Jesùs con el amor y poder del Espìritu Santo.
Con toda sencillez y naturalidad confiesa: "Mi comunidad fue la que me enviò como misionero". Sabe mejor que nadie que su paìs tiene muchas, grandes y tremendas necesidades, no sòlo en lo espiritual ( millones de paisanos suyos todavìa no conocen a Jesùs ) sino tambièn en lo social, ( pobreza rayando en la miseria, analfabetismo, carencias múltiples en todos los aspectos ) tenìa razones màs que poderosas para quedarse y trabajar por el bien de su naciòn. Fue su comunidad cristiana, en la que èl fue bautizado, consciente de su exigencia de evangelizar al mundo entero, le enviò a otro pais, muy diferente al suyo, en donde èl se siente ¡como en su casa! ¿Còmo podrìa no ser asì si la Iglesia de Jesùs es la casa de todos y abarca a todas las naciones?
El testimonio de este sacerdote africano dàndose a otros hermanos suyos, muy diferentes en cultura, en lengua, en forma de ser y actuar, queriendo compartir su fe con nosotros, no sòlo nos ha de alegrar sobremanera sino que nos tiene que fortalecer nuestra fe, acrecentando cada dìa màs nuestro espìritu misionero.
Le prestarìamos un mal favor y le harìamos sentir mal al P. Michel si nos conformàramos con admirarle y hacerle saber que nos alegra tenerle a nuestro lado. El nos mirarìa con una sonrisa, pero tambièn con làstima, advirtiendo que todavìa somos infantes en la fe y no hemos aprendido la primera lecciòn: que la fe la hemos recibido para compartirla.No me sorprenderìa lo màs mìnimo si este sacerdote africano nos leyera la cartilla recordàndonos algo tan simple y elemental como: Una parroquia, una diòcesis es verdaderamente catòlica, es parroquia adulta, diòcesis madura si... es misionera, si cada dìa se abre màs allà de sus lìmites. Y lo que decimos de la diòcesis o de la parroquia lo podemos decir tambièn de cada grupo parroquial, de cada familia. El testimonio personal y elocuente del P. Michael nos recuerda que:
El Amor y la misiòn son inseparables. Son la clave para saber si somos creyentes de verdad. Es el Espìritu Santo el que nos cuestiona al respecto. Si el Amor vive en nosotros y la inquietud evangelizadora nos saca de nosotros mismos apremiàndonos a compartir lo que hemos recibido: la Fe y el Amor, entonces somos catòlicos-creyentes.
Ojalà cada uno de nosotros pudièramos decir, con gozo y verdad, lo que declara, con su boca y con su vida, el P. Michael : " Mi comunidad es la que me envìa a evangelizar ".-

miércoles, 22 de junio de 2011

"El fuego me quema dentro"

Era joven. Tras un encuentro personal con JESUS, y llevar una vida de oraciòn, de continua reflexiòn, empezò a sentir la necesidad de compartir el Amor que èl habìa recibido. Era tan fuerte, tan irresistible ese Amor dentro de èl, que, con toda sencillez y espontaneidad, decìa: "El fuego me quema dentro". Los que no le conocìan pensaban que era una manera de llamar la atenciòn, una simple ocurrencia o una frase romàntica. Pero, esa confidencia se hizo realidad, ya que terminados sus estudios y con un tìtulo universitario en sus manos, decidiò marchar al Africa. Querìa entregar su vida, compartir su Fe, sirviendo, ayudando a los màs pobres. Tenìa todo: dinero, comodidades, un futuro prometedor. Movido por el Amor, aceptò otra clase de vida, hacièndose todo para todos. Pasaron los meses, los años y èl decìa a sus familiares y amigos: "¡No hay nadie màs feliz en el mundo que yo !"
Esta historia se repite, una y otra vez, continua e ininterrumpidamente. Jesùs sigue conquistando y enamorando corazones. Aunque esa increible y estupenda noticia no aparezca en los medios de comunicaciòn social, es la Gran Noticia de Dios, la que hace cosas grandes, las màs hermosas que podamos imagi-nar.En todas las naciones, sean Iglesiasdel primer mundo o comunidades cristianas que acaban de nacer, el Espìritu Santo sigue manifestando la fuerza arrolladora, poderosa e incontenible del Amor, poniendo en marcha a jòvenes y a no tan jovenes,incluso a familias enteras,enviàndoles a anunciar a Jesùs, a llevar la Mejor Noticia a todos.
¿ La explicaciòn ? "El Amor me quema dentro " Seamos casados o solteros, sanos o enfermos, niños, jòvenes o ancianos, si el Espìritu Santo "toca nuestro corazòn" el Amor nos hace misioneros. Imposible tener Amor y no ser misioneros.
"El Amor no puede estar inactivo" Lo decìa y lo repetìa un especialista en el Amor: San Agustìn. Si valoramos y agradecemos el Amor que nos regala generosamente el Espìritu Santo, experimentaremos la necesidad, gozo sa e incontenible, de compartir esa experien cia con cuantos màs podamos.
El Amor, si es verdadero, es contagioso. Si Jesùs es el Amor de nuestra vida personal, queremos que todos lo tengan. No podremos dejar nuestra casa,salir a paises extra ños, pero compartiremos nuestra fe, nuestra vivencia de Jesùs con cuantos màs podamos con nuestro testimonio y vida , incluso, inventando modos de anunciar a Jesùs, buscando que todos le conozcan y le amen. Què felicidad la nuestra si conquistados y enamorados por Jesùs, podemos decir,con sencillez y gozo: ¡ El Amor me quema por dentro. Necesito compartirlo con todos !

miércoles, 15 de junio de 2011

UNA MISTERIOSA Y MARAVILLOSA REALIDAD

Cuando rezamos el Credo proclamamos una verdad, maravillosa y misteriosa: " Creo en la comuniòn de los Santos "

Es muy posible que nuestro corazòn no vibre, no se acelere ni salte de gozo al declarar, pùblicamente y rotundamente, que todos estamos unidos en Cristo, los que estàn en el Cielo viendo a Dios, cara a cara, y nosotros los que todavìa estamos camino hacia el Cielo. Unos y otros, mutuamente,nos inter-comunicamos. Los que estàn en el Cielo influyen decisiva y continuamente en nosotros, que estamos en este mundo. Nosotros, desde el Amor y la Fe, vivimos en comuniòn, afectiva y efectiva, con los que estàn en el Cielo.

Esa comuniòn, esa inter-comunicaciòn, aunque no la veamos ni la sintamos con nuestros sentidos, es màs real que nuestra propia humanidad, corporal y visible.

Esta comuniòn, esta inter-comunicaciòn es tan profunda y enriquecedora que desborda toda nuestra imaginaciòn.

Es inimaginable, imposible de entender y menos de poderla abarcar. Es el misterio del Amor de Jesùs hacia nosotros que es el que hace posible que su santidad, la fuerza de su Amor pase de El hacia todos y cada uno de nosotros, ya que los que estàn en el Cielo y los que estamos todavìa en este mundo, somos su Cuerpo. Ellos nos dan, nosotros recibimos. Y recibimos para dar y compartir. Todos queda mos enriquecidos y santificados.

Esa influencia, santificante y bienhechora, es misteriosa y maravillosa. ¡Ah, si la vièramos, si la experimentàsemos como la ven y experimentan nuestros herma nos en el Cielo, nos morirìamos de pura felicidad !

El Dìa de la Verdad, cuando estemos en el Cielo y veamosa Dios, cara a cara, comprenderemos la riqueza que hemos recibido de infinidad de santos, unos conocidos y la inmensa mayorìa desconocidos. Ellos nos han sostenido, alimentado, fortalecido y consolado - con y desde Jesùs - facilitàndonos el crecimiento espiritual, la vida divina en cada uno de nosotros. Esta actividad la realizan continua e ininterrumpidamente, de dìa y de noche.

¿Para què influyen tanto y tan poderosamente nuestros hermanos del Cielo ? Para que cada uno de nosotros nos aprovechemos al màximo de Jesùs, disfrutemos todo lo màs que podamos de su Amor y tambièn nosotros, creciendo cada dìa en fe y santidad, influyamos entre nosotros, pero sin esa multitud, incontable y creciente, de hombres y mujeresque todavìa no conocen ni aman a Jesùs. Esa influencia nuestra ha de ser activa y efectiva: con el testimonio de nuestra vida, con la oraciòn, con nuestro empeño de evangelizar " a tiempo y a destiempo " utilizando para ello todos los medios a nuestro alcance.

Jesùs, nuestra Cabeza, santifica, llena de vida a todo su Cuerpo: a sus miembros que estàn en el Cielo, a los que estamos peregrinando por este mundo y, por medio nuestro, a todos nuestros hermanos en la Fe. a todos los hom bres y mujeres del mundo, a quienes El quiere que sean tambièn miembros suyos y se beneficien de su Amor y salvaciòn. Todos, niños y ancianos, sanos y enfermos, hemos de asumir - con gozo y entusiasmo -esa misiòn que Jesùs nos encomienda a cada uno. Nuestro mayor gozo ha de ser facilitar a Jesùs para que consiga lo que El tanto desea y tan ardientemente quiere : que " todos conozcan la Verdad y se salven ".-

jueves, 9 de junio de 2011

CREYENTES-MISIONEROS ¡ BINOMIO INSEPARABLE !

Alguien- con mucho amor y una pizca de buen humor - ha dicho una frase, muy sabia y muy actual, frase que nos tendrìa que hacer pensar a todos ( pastores y laicos ) impulsàndonos a tomar, cada dìa, màs en serio nuestra Fe, cristiana y catòlica, nuestro compromiso misionero. La frase es la siguiente (espero que la transcriba fielmente) :"Jesùs, hoy y ahora, nos llama a todos y cada uno de los bautizados, a ser verdaderos discìpulos suyos, a ser mejores evangelizadores, porque si no fuèramos cristianos-misioneros,desgastados en Amor por El, terminarìamos por ser bautizados oxidados por la rutina"
Desde el Dìa-Acontecimiento, el dìa glorioso y màs importante de toda nuestra vida ¡el Dìa de nuestro Bautismo! el Espìritu Santo nos consagrò como miembros del Cuerpo de Cristo, marcàndonos como presencia y prolongaciòn de Jesùs, enviàndonos a anunciar a todos, a los de cerca y a los de lejos, la Persona de Jesùs, su Amor, sus enseñanzas, su Salvaciòn.
Esta misiòn nos la ha vuelto a recordar a travès de los Obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida, resumièndola en una frase-consigna: "Sean discìpulos y misioneros de Jesùs"
Si somos discìpulos de Jesùs, somos tambièn misioneros suyos. Son dos facetas inseparables. La Fe y la Misiòn son dos elementos esenciales, que se involucran el uno en el otro. El que vive en Jesùs, siente la necesidad de compartir esa Vida con cuantos màs pueda.
Un dìa, una señora se ofreciò a llevarme en su automòvil. Como era mujer muy llena de Jesùs, me hizo saber - con toda sencillez y naturalidad -: "Aprovecho todas las ocasiones para evangelizar. Cuando tengo que hacer cola para pagar algùn servicio pùblico (agua, luz, tfno) hablo de Jesùs, de su Amor, a cuantos esperan su turno para cancelar su recibo en la taquilla"
Una vez màs se cumple " el Amor tiene imaginaciòn " Cada uno habla de lo que vive y valora, de lo que ama y lleva dentro de si. Si valoramos el tesoro de nuestra Fe, nos alegraremos de compartir lo que vivimos y creemos. Es imposible que disfrutemos de Jesùs, de su Amor y Salvaciòn y no seamos misioneros. Asì como una luz ilumina, un creyente gozoso es un misionero contagioso. Nuestra vida es la mejor predicaciòn, pero cuanto màs llenos vivamos de Jesùs, màs nos gozaremos de inventar maneras para darle a conocer, anhelando que todos le conozcan y le amen.
Esto ha sido verdad y convencimiento durante 2.000 años, y asì seguirà siendo hasta el final de los siglos. Justo es que lo hagamos realidad en la vida de cada uno de noso tros, deseando ardientemente " desgastar nuestra vida por Jesùs ", allì donde vivimos y trabajamos, ya que cuanto màs trabajamos por El, mayor es el beneficio y crecimiento para nosotros.
Si Jesùs se desgastò por completo por cada uno de nosotros, lo normal ha de ser que cada uno queramos desgastarnos por El. ¿Cabe mayor felicidad ?