martes, 26 de julio de 2011

UN ABUELO MUY MISIONERO

Era pequeño de estatura, pero tenia un corazón muy grande. Cuantos le trataban de cerca, advertían su sencillez, su bondad, su fe sincera. Su vida era su familia, su Iglesia, su prójimo. Aparentemente era un ciudadano más, pero era un gigante en fe, en humanidad. Sentía y vivía como Iglesia. Su " debilidad " era el Santísimo Sacramento, la vida contemplativa ¡Sentía un amor muy grande por las personas consagradas a Dios! a quienes admiraba y ayudaba cuanto podía, aun siendo sus ingresos muy reducidos. Tenía un corazón misionero y oraba todos los días por los misioneros, anhelando que todos se abrieran a Jesús y con El tuvieran la Vida divina, la Salvación.

Esta fue su vida, su comportamiento normal. Desde muy joven supo valorar su Fe, queriendo ser siempre católico practicante, animando a cuantos podía para que se dejaran amar por Jesús y vivieran como católicos de verdad. Vivía lo que creía y lo que creía lo vivía.
En su familia era ejemplo y testimonio. Lo mismo en su trabajo. En su parroquia era fervoroso y colaborador entusiasta. Educó a sus hijos en el amor y temor de Dios.
En su ancianidad, ofrecía sus sufrimientos con los de Jesús, queriendo que sirvieran para la salvación de todos, en especial, de cuantos todavía no tenían el tesoro de la Fe.
Este abuelo en lugar de lamentarse de lo que sufría, vivía centrado en Jesús: orando y sufriendo como verdadero hombre de fe, como creyente-misionero.
Su existencia personal fue serena, sin ruido, buscando sólo cumplir la Voluntad de Dios. Los últimos años de su peregrinación por este mundo fueron silenciosos, humanamente hablando, pero elocuentes según Dios y sus planes de salvación.
Sólo en el Cielo podremos captar- en su verdadero valor- la riqueza de este abuelo misionero, quien supo valorar su fe. La vivió día tras día, ofreciéndose continuamente con Jesús para que todos le conozcan y le amen.
Lo hermoso y admirable es que hay muchos abuelos, muchas abuelas que son creyentes, muy misioneros: con su oración, con sus sufrimientos, consagrando su vida con Jesús, olvidándose de si mismos, preocupados por el bien y la salvación del mundo.
¡Cuántas maravillas, cuántas conversiones, cuántas vocaciones e iniciativas apostólicas, cuántas santificaciones se han hecho y seguirán haciéndose, gracias al fervor y espíritu misionero de esa legión de abuelos-misioneros!

martes, 19 de julio de 2011

EL ESPIRITU SANTO ESTA URGIENDO LA EVANGELIZACION

Acabo de leer que "once arzobispos de Europa han sido llamados a Roma para estudiar y promover la evangelización". Y poco después, en el mismo noticiero se informaba que el Sínodo que se tendrá en el mes de octubre, del presente año, tendrá como tema: "La nueva evangelización" 

Estas dos noticias eclesiales hablan muy elocuentemente de que el Espíritu Santo está urgiendo a la Iglesia, a todos y cada uno de los bautizados a: anunciar a Jesús, a trabajar para que todos le conozcan y le amen.

Esta urgencia evangelizadora ha sido siempre el impulso que el Espíritu Santo ha activado y promovido, pero hoy y ahora, es ¡una urgencia! una urgencia apremiante que ha de tocar el corazón de todos los bautizados.
Nosotros, por ser presencia y prolongación de Jesús allí donde vivimos y trabajamos, no tenemos tiempo para quejarnos de lo mal que está el mundo, de la corrupción que avanza como fuerza progresiva e incontenible. LO NUESTRO es : aprovecharnos al máximo de Jesús, disfrutar cada día más de su Amor, orar y compartir nuestra Fe, cada uno según sus posibilidades.
Todos los santos que ha habido en los 2.000 años de vida cristiana, todos sin excepción, veían y sufrían la presencia del mal, el alejamiento de Dios, el ateismo práctico de muchas personas, pero cada uno de ellos, con actitud mental positiva, se dedicaban a intensificar su relación personal con Dios, a orar con más intensidad, a hacer más penitencia, a evangelizar "a tiempo y a destiempo"
En esa línea nos trabaja el Espíritu Santo. Seamos niños o ancianos, jóvenes o adultos, sanos o enfermos, profesionales o simples obreros, hombres y mujeres... todos somos llamados, urgidos, a valorar más nuestra fe, a vivir en comunión íntima y gozosa con cada una de las Tres Divinas Personas, a intensificar nuestra oración, a ser testimonios vivientes, elocuentes de Jesús, vivo y resucitado, aprovechando todas las ocasiones para anunciar a Jesús, sobre todo, desde los medios técnicos a nuestra disposición.
Si los arzobispos y los obispos sinodales, las conferencias episcopales, a nivel nacional o internacional están trabajando, estudiando, buscando modos de evangelizar al hombre  del siglo XXI, tomando mayor conciencia de la urgencia apremiante de evangelizar, ¡es la razón de ser, la prioridad de la Iglesia!  Todos y cada uno de los bautizados hemos de sentir y vivir la necesidad, la urgencia de la evangelización poniéndonos cada día bajo la sombra del Espíritu Santo, a la orden de Jesús, convencidos de que estamos llamados a evangelizar, primero con el testimonio de vida y luego con los medios a nuestro alcance.
¡Cuántas cosas hermosas, verdaderas maravillas, las que quiere hacer el Espíritu Santo en nuestra vida personal, en tantas personas que se acercan o se vinculan con nosotros!
Es la hora de evangelizar. Es una urgencia que todos hemos de asumir, guiados siempre por el Espíritu Santo.

miércoles, 13 de julio de 2011

TAREA MUY HERMOSA, NECESARIA, PERO COMPLEJA

"Anunciar a Jesucristo, único Salvador del mundo, es más complejo que en tiempos pasados, pero nuestra tarea permanece igual que en los inicios de nuestra historia cristiana. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar
el entusiasmo y la valentía que movieron a los apóstoles y a los primeros cristianos... Recalcar que la Iglesia está llamada a realizar una nueva evangelización, quiere decir intensificar la acción misionera para corresponder plenamente al mandato del Señor " ¿Quién dice este mensaje tan actual y urgente, hoy más necesario que nunca?  Nada menos y nada más que el mismo Papa Benedicto XVI.
Con claridad y palabras bien precisas, nos recuerda a todos y cada uno de los bautizados la necesidad y urgencia de anunciar a Jesucristo, de evangelizar " con entusiasmo y valentía " sin negar o esconder que es una tarea compleja.
El Papa está convencido de que anunciar a Jesucristo es un mandato del mismo Señor, por eso  nos compromete a todos y nadie puede sentirse exonerado de evangelizar.
El Espíritu Santo nos impulsa y anima a proclamar la Mejor Noticia: que Jesús está vivo y quiere que todos conozcan la Verdad y se salven.
No podemos olvidar que todo ser humano, bautizado o no, busca, anhela la Felicidad y sólo Jesús nos la puede dar.
No se trata de proselitismo. Tampoco de imponer nuestra forma de pensar a todo ser humano. Se trata de que Jesús sea conocido y amado, para que todos tengamos la Felicidad sin fin, la salvación que todos necesitamos, convencidos de que si Jesús ha hecho lo increíble: ha sufrido terribles sufrimientos, ha muerto en una cruz y ha resucitado venciendo a la muerte, todos nos hemos de aprovechar y beneficiar de su Amor. De no hacerlo, nos causaríamos inmenso e irreparable daño.
Es preciso, por tanto, que todos : niños y ancianos, jóvenes y adultos, sanos y enfermos nos entusiasmemos cada día más y más  poniendo alma, corazón y vida en la tarea más hermosa y trascendental de todas: que todos conozcan y amen a Jesús, y así tengamos la Vida que dura para siempre, la Felicidad que "ni el ojo vio ni el oído oyó ni mente humana jamás imaginó"
És tarea difícil, pero apasionante. Millones de hombres, creyentes en Jesús en tiempos pasados, trabajaron con entusiasmo admirable y pasión contagiosa ¿No haremos nosotros algo parecido?

jueves, 7 de julio de 2011

EL NOS TOMO EN SUS BRAZOS Y NOS DIO SU VIDA

La noticia es impresionante. Una niñita, Zhang Fangyu, de 2 añitos de edad, cayó desde un décimo piso. Una mamá que pasaba cerca, viendo que la niña se dirigía a una muerte segura, no lo pensó dos veces: se colocó debajo de ella y abriendo los brazos, la recibió "como si fuera hijita suya" La niñita salvó su vida, milagrosamente.
El golpe fue terrible, tanto que la mujer salvadora sufrió la ruptura de uno de los brazos. Todos aplaudieron, admirando el amor y coraje de la aquella madre.
Este gesto de amor realmente es impresionante. Todos quedamos emocionados por la valentía y fortaleza de esta mamá, quien impulsada por el pensamiento de su hijita, se decidió a arriesgar su vida para salvar a aquella niñita.
Sin embargo, Jesús, siendo Dios, hizo inmensamente más. Viendo que caíamos irremediablemente a la muerte eterna, El no sólo abrió sus brazos en la Cruz sino que dió hasta la última gota de su sangre preciosísima, para que tuviéramos la Vida que dura para siempre.
La niñita de la noticia estará feliz y agradecida a la mujer que arriesgó su vida por salvarla a ella, pero esa vida que ella tenía era vida humana, temporal. La Vida que Jesús nos consiguió con su Muerte y Resurrección es Vida divina, vida sin fin. Y si la niñita, cuando crezca y sepa cómo fue rescatada de la muerte, se emocionará y vivirá agradecida a su salvadora ¿ No haremos cada uno nosotros otro tanto
¡e inmensamente más! con Jesús que no sólo no ha dejado que caigamos en la muerte eterna sino que nos ha elevado y engrandecido haciéndonos compartir con El su Vida divina, su felicidad sin fin en el Cielo?
Todos nosotros hemos de valorar - y cada día más - el increíble Amor que Jesús nos tiene al acogernos con sus brazos, al meternos en su Corazón, dándonos su Vida tan generosa y desinteresadamente, dándole gracias con la boca, con el corazón, con nuestra vida. Pero, nuestro agradecimiento es verdadero si nos afanamos por conseguir que todos conozcan a Jesús y se salven, gozándose de su Amor viviendo en íntima comunión con El.
Cuanto más profundizamos en ese misterio de Amor que es Jesús, en su Muerte y Resurrección, tanto más "nos apremia el Amor de Cristo ", tanto más somos impulsados a trabajar para que todos, los de cerca y los de lejos, conozcan a Jesús y le amen. Por este camino nos guía el Espíritu Santo a todos y cada uno de los bautizados. El confía plenamente en cada uno de nosotros. No podemos defraudar esa tan gran confianza que El ha depositado en nosotros.-