martes, 15 de febrero de 2011

GIGANTES en FE y en AMOR

Cuentan las crònicas que, un buen dìa, un àngel se colocò en la puerta del Cielo. Sentìa curiosidad, deseaba ver còmo entraban los humanos al Paraìso. Su admiraciòn era tan grande como su sorpresa. Todos cuantos entraban al Cielo eran ¡ pequeños de estatura: niños ! No resistiendo la curiosidad, se dirigiò directamente a san Pedro ¿ Quien mejor que èl para satisfacer su curiosidad ? Le preguntò por què dejaba entrar al Cielo a todas esas criaturas tan pequeñas. El santo Portero, con amplia sonrisa, le respondiò: " Su estatura como humanos que son, es pequeña, pero, todos sin excepciòn, son ¡ gigantes en la Fe y en el Amor !" Ahora, mientras estamos de paso por este mundo camino hacia el Cielo, todos, desde el Papa hasta el ùltimo niño que acaba de bautizarse, somos pequeños, muy pequeños de estatura en comparaciòn con Dios-Grandeza. La Fe y el Amor son los que nos hacen grandes. Cuanto màs Fe y Amor tenemos mayor es nuestra grandeza. Es asì como nos parecemos a Dios.

Jesùs nos hablò muy claro: La puerta del Cielo es estrecha y sòlo los que se hacen como niños podràn entrar. En el momento que nos creemos que somos algo, nos hinchamos y nos imposibilitamos para entrar. No es culpa de la puerta sino de nuestra auto-suficiencia.
Si vivimos abiertos a Dios, reconociendo que somos creaturas y nos alegramos de depender de El, deseando aprovecharnos al màximo de Jesùs y disfrutar cada dìa màs de su Amor, somos gigantes, aunque fìsicamente seamos pequeños.
Todos y cada uno de los santos se gloriaban de ser creaturas de Dios, de depender de El. Reconocìan con gozo que el ùnico grande es Dios y cuanto màs se unìan a El, tanto màs se gozaban de su grandeza, adoràndole y dàndole gracias por saberse creaturas, muy amadas de El. Somos autènticos, normales, personas sanas cuando aceptamos, con sencillez y naturalidad, que somos creaturas, seres pequeños, esencialmente dependientes de Dios. Los mèdicos lo confirman declarando que cuando una persona se endiosa, se cree autosuficiente no sòlo se engaña sino que èl mismo se daña. La lista de desajustes y enfermedades mentales por esta causa tiene principio pero no tiene fin. Todos los que pretenden ser lo que no son, no sòlo se enferman y se hacen desgraciados sino que, hinchàndose ahora, ellos mismos se imposiblitan para entrar por la puerta estrecha del Cielo ¡ Què desgracia tan mayùscula ! ¿ No son dignos de làstima y sobre todo, de que oremos por todos ellos ?
El Espìritu Santo quiere, desea ardientemente que seamos sanos y santos, personas que nos queramos cada dìa màs a nosotros mismos, ya que aceptando lo que somos, asumiendo nuestra relaciòn con Dios, merecemos lo que Dios nos promete : ser grandes y felices, ahora y por toda la eternidad.-

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