miércoles, 26 de enero de 2011

LO MAS GRANDE DE TODO

Acabo de leer una frase muy hermosa, un mensaje directo al corazòn de cuantos lo leen : "Para un cristiano hablar de Cristo es lo màs grande de todo. Yo creo que todos los cristianos hemos nacido para hablar de El" ( Esto lo escribiò un creyente apasionado de Jesùs : el P. Martìn Descalzo )
Confieso que esta frase me ha impresionado, ha tocado mi corazòn. Me reconozco deudor de este hombre. Sabìa escribir muy bien, pero sobre todo, reflejaba lo que èl era y vivìa. Sus libros me han hecho mucho bien, han dejado huella dentro de mi. Y, aunque no pueda compararme con èl y estè lejos de escribir con la maestrìa con que lo hacìa èl, me tomo la libertad de añadir lo que èl, con toda seguridad, suscribirìa con agrado y de todo corazòn: "Todo bautizado està tan intima y misteriosamente unido a Jesùs que forma parte de El, de tal manera que Jesùs se hace presente y se prolonga, allì donde vive y trabaja. Por eso, su mayor felicidad ha de ser reflejar a Jesùs con su manera de ser y de vivir, deseando que todos le conozcan y le amen. Esta misiòn es, sin duda ninguna, lo màs grande de todo. Para esto hemos recibido el bautismo"
Soy consciente de que una verdad se puede expresar de varias maneras, todas ellas bellas y expresivas. Un misterio tan profundo e inabarcable como es que Jesùs, siendo Dios, haya querido elevarnos hasta El, dàndonos la categorìa divina màs increible y sublime: hacernos Cuerpo suyo siendo El nuestra Cabeza, nadie lo puede comprender, solamente asumir y agradecer.
Centrados en Jesùs, iluminados y guiados por el Espìritu Santo, todos y cada uno de nosotros hemos de vivir convencidos - y cada dìa màs - de que no hay grandeza comparable a la que nosotros hemos recibido: ser verdaderos hijos de Dios, miembros del Cuerpo de Cristo, herederos del Cielo, anunciadores de Jesùs y de su salvaciòn.
Todos los santos ¡todos sin excepciòn! fijaron sus ojos en Jesùs y valoraron el tesoro de su fe como lo màs grande y valioso de todo. Todos ellos fueron sabios e inteligentes porque se consagraron por entero a Jesùs, a los bienes eternos. Por esta razòn, fueron grandes evangelizadores y lograron grandes empresas en favor de sus hermanos, los hombres.
Los santos de todos los tiempos valoraron los bienes materiales como medios, los utilizaban como ayuda. Para cada uno de ellos, Jesùs,la Iglesia, la vida divina, el Cielo, la salvaciòn de todos ese era su tesoro màs querido. Y asì tiene que ser en cada uno de nosotros.
Serìamos muy ciegos y muy locos si amàramos tanto los bienes pasajeros que descuidaramos los verdaderos, los eternos.
Cada dìa, todos los dìas, hemos de buscar, valorar y promover " lo màs grande de todo ": Jesùs, nuestra categorìa divina de hijos, nuestra misiòn de anunciadores de la Mejor Noticia, el mandamiento del Amor, buscando siempre el bienestar y la salvaciòn de todos, con los pies firmes en el suelo pero con el corazòn cada vez màs fijo en el Cielo.
Es verdad que - para muchos - "lo màs grande de todo" es lo material, el progreso, el puro bienestar, sea corporal o visible, lo de este mundo temporal, olvidando o rechazando lo espiritual, y esta tràgica realidad nos ha de impulsar a valorar cada dìa màs y màs el tesoro de nuestra fe, nuestra categorìa divina, nuestra salvaciòn y felicidad eterna, orando por todos los que estàn ciegos y esclavos de su oscuridad, animàndonos a evangelizar " a tiempo y a destiempo ". Ahì està nuestra grandeza. Esa es nuestra misiòn que Jesùs en persona nos ha querido confiar. ¡Què dicha la nuestra! ¡Què privilegio tan grande el nuestro!

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