Acabo de leer una noticia que me
agradó, pero que no me sorprendió en absoluto. En un estudio que hicieron en
Estados Unidos para saber qué profesiones eran las más felices, colocaban en un
primer lugar a los sacerdotes y pastores. La razón de esa felicidad- según
las explicaciones aducidas por los interesados - era que trabajaban
por el bien y la felicidad de los demás. Lo curioso del caso es que para
ilustrar dicha noticia, no se les ocurrió una mejor manera que la de presentar
a un MISIONERO, conversando con una mujer africana. (No hace falta decir que no
estaban de tertulia, para pasar el rato sino que estaban en diálogo mutuo
para compartir ideas e inquietudes)
Antes de seguir adelante, permítanme
una aclaración previa. Los que hicieron el estudio se olvidaron de que ser
sacerdote o ser pastor ¡no es una profesión, sino una vocación que nace de
una llamada divina y se vive por amor!
Esta gente, tan inteligente y
bien preparada en su materia, como que olvidaron que hace dos mil años fue el
mismo Jesús quien dijo: " Hay más felicidad en dar que en recibir " pero
también las Bienaventuranzas, fuente de felicidad verdadera.
Toda la historia del
cristianismo, historia de amor, es la mejor y la más elocuente confirmación de
que todo aquel que quiere aprender a amar de verdad y se ejercita en esta
ciencia, experimenta una dicha, una felicidad que no se puede comparar con
ninguna otra.
Los misioneros, hombres y mujeres
que dedican su vida a anunciar a Jesús, a buscar el bien, el progreso y la
salvación del prójimo, son los testimonios más elocuentes y convincentes de que
amar y compartir la fe es el camino directo, seguro para disfrutar de la
felicidad que llena el corazón humano.
Si leyéramos los testimonios que
han dejado los misioneros en siglos pasados y si oyéramos los de ahora, quedaríamos
tan impresionados por lo que nos dicen que lloraríamos de emoción y agradecimiento,
y lo que es todavía mejor, quedaríamos contagiados de su fe, de su entusiasmo
misionero animándonos a compartir nuestra fe "a tiempo y a destiempo
" con todos, con los de cerca y con los de lejos.
Es bueno, provechoso y estimulante
que los medios de comunicación social se acuerden ¡alguna vez! de tantas cosas
buenas, de tantos testimonios personales de hombres y mujeres que, sin hacer
ruido, sin interés de ninguna clase, viven para anunciar a Jesús, para
compartir la Mejor Noticia de todas, poniendo de relieve que son felices,
verdaderamente dichosos, haciendo la mejor inversión del mundo, anticipando el
cielo a tantas personas facilitándoselo ellos mismos. Y lo sorprendente es que
la vida de todo misionero es dura, difícil, llena de situaciones y
contradicciones, incluso persecuciones y odios... y a pesar de todo ello, es
una vida hermosa, gozosa, fecunda, tanto es así que su testimonio de amor y dedicación
logra que otros se animen a seguir su ejemplo. Y en las comunidades que envían
a sus misioneros, Dios les bendice muy generosamente.
A Dios nadie le gana en
generosidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario