martes, 10 de enero de 2012

MISIONEROS DE JESUS ¡QUE FELICIDAD!


Acabo de leer una noticia que me agradó, pero que no me sorprendió en absoluto. En un estudio que hicieron en Estados Unidos para saber qué profesiones eran las más felices, colocaban en un primer lugar a los sacerdotes y pastores. La razón de esa felicidad- según las explicaciones aducidas por los interesados - era que trabajaban por el bien y la felicidad de los demás. Lo curioso del caso es que para ilustrar dicha noticia, no se les ocurrió una mejor manera que la de presentar a un MISIONERO, conversando con una mujer africana. (No hace falta decir que no estaban de tertulia, para pasar el rato sino que estaban en diálogo mutuo para compartir ideas e inquietudes) 
Antes de seguir adelante, permítanme una aclaración previa. Los que hicieron el estudio se olvidaron de que ser sacerdote o ser pastor ¡no es una profesión, sino una vocación que nace de una llamada divina y se vive por amor!
Esta gente, tan inteligente y bien preparada en su materia, como que olvidaron que hace dos mil años fue el mismo Jesús quien dijo: " Hay más felicidad en dar que en recibir " pero también las Bienaventuranzas, fuente de felicidad verdadera.
Toda la historia del cristianismo, historia de amor, es la mejor y la más elocuente confirmación de que todo aquel que quiere aprender a amar de verdad y se ejercita en esta ciencia, experimenta una dicha, una felicidad que no se puede comparar con ninguna otra.
Los misioneros, hombres y mujeres que dedican su vida a anunciar a Jesús, a buscar el bien, el progreso y la salvación del prójimo, son los testimonios más elocuentes y convincentes de que amar y compartir la fe es el camino directo, seguro para disfrutar de la felicidad que llena el corazón humano.
Si leyéramos los testimonios que han dejado los misioneros en siglos pasados y si oyéramos los de ahora, quedaríamos tan impresionados por lo que nos dicen que lloraríamos de emoción y agradecimiento, y lo que es todavía mejor, quedaríamos contagiados de su fe, de su entusiasmo misionero animándonos a compartir nuestra fe "a tiempo y a destiempo " con todos, con los de cerca y con los de lejos.
Es bueno, provechoso y estimulante que los medios de comunicación social se acuerden ¡alguna vez! de tantas cosas buenas, de tantos testimonios personales de hombres y mujeres que, sin hacer ruido, sin interés de ninguna clase, viven para anunciar a Jesús, para compartir la Mejor Noticia de todas, poniendo de relieve que son felices, verdaderamente dichosos, haciendo la mejor inversión del mundo, anticipando el cielo a tantas personas facilitándoselo ellos mismos. Y lo sorprendente es que la vida de todo misionero es dura, difícil, llena de situaciones y contradicciones, incluso persecuciones y odios... y a pesar de todo ello, es una vida hermosa, gozosa, fecunda, tanto es así que su testimonio de amor y dedicación logra que otros se animen a seguir su ejemplo. Y en las comunidades que envían a sus misioneros, Dios les bendice muy generosamente.
A Dios nadie le gana en generosidad.

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