martes, 15 de junio de 2010

Nosotros ¡¡¡MULTIMILLONARIOS!!!

Nosotros, los creyentes en Jesùs, somos inmensamente ricos. Somos multimillonarios. Los màs ricos y afortunados del mundo. Lo podemos decir, publicar, hacèrselo saber a todos ¡ so bre todo, con nuestra vida y testimonio personal ! No exageramos nada. Esa es la verdad y nadie la puede negar. Por pura bondad de Dios, sin ningùn mèrito por parte nuestra, hemos recibido el tesoro màs grande y valioso de todos: Nuestra fe, cristiana y catòlica.
Todos los millones de todos los bancos, todas las joyas y obras de arte, todas las fortunas que podamos imaginar o reunir, en comparaciòn con el caudal, increible e inabarcable, de nuestra fe, son una nada tan insignificante como ridìcula.
El tesoro de nuestra fe es humanamente imposible de valorar. Sòlo en el cielo, cuando veamos a Dios, cara a cara, podremos valorar ese tesoro, de verdad, abarcar toda su riqueza.
Cada dìa, todos los dìas, todos tendrìamos que agradecer esa gracia, ese privilegio que Dios nos ha regalado, disfrutàndolo cada vez màs, afanàndonos en compartirlo con cuantos màs podamos, sobre todo, con los que todavìa no lo tienen.
Un tesoro ¡cuànto màs el tesoro de los tesoros! bien merece que lo valoremos con dedicaciòn y esmero. No podemos llamarnos los màs ricos de todos si lo mantenemos en una caja fuerte como si fuera una fortuna-monopolio " sòlo para nosotros "
Somos los màs ricos, los màs afortunado y privilegiados del mundo ¿Por què? Porque Dios, siendo Dios, no podìa darnos nada màs grande ni mejor que ¡El mismo!:  su Amor, su Vida y Salvaciòn.
El tesoro de nuestra fe - recordèmoslo siempre - lo hemos de valorar al màximo, viviendo tan unidos con Jesùs que nos gocemos de ser siempre y en todo lugar: sus manos y sus pies, su presencia, de tal manera que cuantos nos miren a nosotros ¡le vean a El en cada uno de nosotros!
Multimillonarios somos, y toda la eternidad serà insuficiente para valorar, disfrutar y agradecer ese inmenso caudal que Dios nos ha dado.
Ahora, conscientes de ese inmenso y fabuloso tesoro, todos lo hemos de explotar al màximo ¿Còmo? Orando sin cesar, ofreciendo nuestra vida: alegrìas, esperanzas, trabajos y sufrimientos por los que todavìa no tienen el don de la Fe, utilizando todos nuestros recursos, personales y tècnicos, que estèn a nuestro alcance, para difundir y anunciar a Jesùs, pero sobre todo, siendo testigos, convencidos y convincentes, deCristo, vivo y resucitado.
Hoy màs que nunca, todos los bautizados sintièndonos los màs ricos y privilegiados de todos, nos hemos de entusiasmar ¡y cada dìa màs y màs! en sacar el màximo provecho de ese caudal, de ese tesoro que hemos recibido, renovando sin cesar nuestra decisiòn de ser testigos- anunciadores de Jesùs.
Ahì està nuestra plenitud y realizaciòn personal, nuestra felicidad, ahora y por toda la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario