lunes, 26 de abril de 2010

DIOSITO ¿ EN QUE TE PUEDO AYUDAR ?

Aquel niño, con su ingenuidad y carita inocente, hablaba con Papá-Dios con inmensa confianza y espontaneidad, poniéndose a la orden de Dios, aun sabiendo que era niño y su pequeñez e impotencia eran evidentes.
Su oración era :" Diosito ¿en qué te puedo ayudar ?"

Este niño es todo un maestro. Con su ejemplo, nos recuerda a todos que, aunque Dios es Dios y lo puede todo por si mismo, quiere que le ayudemos. Por eso, nos pide a cada uno, algo muy sencillo y elemental : ¡Nuestra pequeña buena voluntad !
Nadie nos ama ni valora como Papá-Dios. Nos ama y valora hasta el punto de pedirnos, con inmenso cariño y confianza, que le brindemos " nuestra pequeña buena voluntad " La valora tanto que la quiere necesitar para hacer - con nosotros - obras grandes y hermosas.
Desde el momento que abrimos los ojos y estrenamos un nuevo día, Papá-Dios está amorosamente presente a cada uno de nosotros. Nos da un beso con toda su ternura, envolviéndonos con todo su amor, al tiempo que pronuncia nuestro nombre, con todo el gozo y emoción de su Corazón.
Nos mira con inmenso cariño, esperando que le ofrezcamos nuestra pequeña buena voluntad. El la necesita. Y aunque nos parezca poquito, es nuestra mejor colaboración.
Si Papá-DIos acude a nuestro lado, cada día, para manifestarnos el amor personal e inabarcable que El nos tiene ¿No es justo y lógico que cada uno de nosotros nos hemos de gozar de iniciar el día: elevando nuestro corazón a Dios ¡como hijos suyos muy queridos! alabándole con todo nuestro corazón, dándole gracias, sin olvidarnos de ponernos a su orden, diciéndole con sencillez y alegría: "Diosito ¿ En qué te puedo ayudar ?"
Ciertamente que le situación del mundo actual es un panorama poco esperanzador, humanamente hablando. Los retos son tan grandes que parecen los tentáculos de un pulpo, gigantesco e invencible. Sin embargo, el Espíritu Santo, cada día, todos los días ¡continua e ininterrumpidamente! ilumina - con su Luz - la mente de todos y cada uno de los bautizados, llena nuestro corazón de su Amor y nos ruega, personalmente, con suave y firme insistencia, que nos pongamos en marcha, que nos pongamos a la orden de Jesús, ya que somos ¡sus brazos y sus pies! y El necesita - hoy más que nunca - de nuestra pequeña buena voluntad.
¡Cuántas obras y empresas de Dios en favor de los seres humanos se harían realidad - en nuestra vida personal, familia, parroquia, barrio... - si todos, unidos en familiaridad con el Espíritu Santo, tuviéramos un corazón de niño y, cada día, le dijéramos a Dios : "¡ Diosito: ¿en qué te puedo ayudar ?!"

1 comentario:

  1. CARMEN FERNANDEZ3 de mayo de 2010, 11:10

    SI SEÑOR ENSEÑAME CADA DIA EN QUE TE PUEDO AYUDAR...ESPIRITU SANTO ILUMINAME...

    ResponderEliminar