miércoles, 26 de octubre de 2011

Pepe-mundo

¿Conocen a Pepe-mundo? Vale la pena que lo conozcan y se identifiquen cada día más y más con él.
Es alguien que toma muy en serio su fe cristiana-católica. Sabe que su pequeñez es demasiado visible y evidente, pero la asume -con tanto amor y buen humor- que la utiliza para crecer y multiplicarse en cada vez mayor número de personas. 
Les comparto el secreto, la clave de su vida. Desde que se levanta hasta que se acuesta su primera preocupación es abrirse, de par en par, al sol que calienta y llena de luz y vida nuestra existencia: a JESUS, convencido de que necesita  llenarse de El y de su Amor para que, con el corazón ensanchado, pueda orar, ayudar e influir en cada ser humano, en los cercanos y en los lejanos, compartiendo con todos lo que él ha recibido: su fe. 
En su familia, en su lugar de trabajo, todos le conocen por su forma de ser: siempre contento, ofreciéndose para servir, interesándose por todos y cada uno de los que se cruzan con él. 
Externamente es un ser humano muy normal. Lleva una vida tan sencilla que no llama la atención. Sin embargo, interiormente es muy rico y fecundo. Cuando uno lo contempla de cerca, enseguida advierte que es un ser muy espiritual. 
Vive su categoría divina, irradiándola en oleadas de amor y bondad. No hace falta decir que ama la oración, tanto que la practica sin cesar. Ora cuando camina y cuando trabaja, en la Iglesia y en su hogar. Todo le habla de Dios y todo le sirve para hablar con El.  Se extasía lo mismo ante una simple flor que  contemplando el firmamento repleto de estrellas. 
Su fe es tan viva y verdadera que cada vez que ve el globo terráqueo piensa - emocionado, feliz y agradecido - en el tesoro de su fe, tesoro que no tienen millones de seres humanos, realidad que le toca muy dentro de su alma. ¿Por qué? Esta realidad de millones de hombres y mujeres viviendo sin fe, sin luz, sin vida divina ... le conmueve de tal manera que ora intensamente por todos y cada uno de ellos, ofreciéndose a JESUS, entregándole su corazón, sus trabajos y sufrimientos  para que El los haga suyos y los convierta en luz y amor para el corazón de esa multitud de personas que ¡son muy amadas por Dios, salvadas por Jesús, marcadas por el Espíritu Santo! pero no lo saben, no lo valoran porque "nadie les ha evangelizado" Están a oscuras, caminan a tientas. Viven sin Vida, sin alegría ni esperanza.
Esta realidad, terrible, provocadora, le ha tocado tan profundamente que él mismo se ha cambiado el nombre. Ha dejado su nombre y apellido para los trámites legales, asumiendo su nueva identidad. Gusta decir a todos : ¡Soy PEPE-MUNDO!
Está tan feliz de su nueva identidad que cuando le preguntan por qué se llama con ese nombre, él sonríe y contesta: "Soy cristiano-católico. Soy pequeño pero mi corazón es grande. Necesito ensancharlo, día tras día. Quiero que al final de mi vida terrena, mi corazón sea tan grande que esté rebosante de personas, tan cargado de nombres que, por mi pequeña buena voluntad hayan podido conocer a Jesús, ser salvados por mi pequeña contribución personal, tantos que lo hayan dilatado hasta lograr que tenga el tamaño ¡del  mundo!. Esa es mi tarea que me confió el mismo Jesús. Estoy convencido que sólo así podré entrar al Cielo, Patria formada por ¡Pepes y Pepas-mundo!"

martes, 18 de octubre de 2011

UNA HISTORIA QUE NOS HACE PENSAR

En una playa un grupo de personas estaban dando gritos, pidiendo auxilio. El motivo era que una niña se estaba ahogando. Casualmente pasaba por allí un jovencito que, al oír los gritos, no lo pensó dos veces. Se quitó los zapatos y se lanzó al agua para salvar la vida de la niña. Tras duros esfuerzos logró lo que se proponía. Sacó a la niña a la orilla y después de hacerle la respiración, boca a boca, viendo que estaba respirando normalmente, tomó los zapatos y se desapareció entre la gente.

Ni siquiera prestó atención a los aplausos cerrados que le dieron los bañistas cuando vieron a la niña, sana y salva.  Pasaron algunos años y un buen día, el joven se puso a hablar con una muchacha. Ninguno de los dos  sabía nada del otro. Se encontraron sin buscarse. Fue un encuentro humanamente casual, sin imaginar siquiera que sus vidas se iban a unir para siempre. Empezaron a hablar intercambiándose datos personales. 

La muchacha le hizo saber al joven que, cuando niña, estuvo a punto de morir ahogada en una playa. Ese dato impactó de tal manera a muchacho que le faltó tiempo para preguntarle en qué año y playa sucedió tan gran peligro. La respuesta fue tan concreta y detallada que el joven abrazó afectuosamente a la muchacha, haciéndole saber que él fue quien la sacó del agua, librándola de una muerte segura. Los dos lloraron de pura emoción, siguieron siendo muy amigos hasta que llegó el momento de su noviazgo y feliz matrimonio.

Esta historia real es imagen, limitada pero muy elocuente, de lo que hizo Jesús con cada uno de nosotros. Estábamos condenados, irremisiblemente perdidos, sin salvación posible. El, impulsado por el inmenso amor que nos tiene, se lanzó decididamente a la muerte. Jesús murió y nosotros fuimos salvados. Tomó sobre si nuestra muerte y nos dio su Vida. Fue un intercambio, expresión rotunda de amor. Era tan grande e inabarcable ese su Amor hacia nosotros que hizo lo impensable e increíble ¡Se casó con nosotros! De esta forma, El y nosotros estaríamos unidos para toda la eternidad. ¿Cabe mayor felicidad?

¿No es todo esto motivo más que suficiente para vivir cada día más enamorados y agradecidos con Jesús y renovar cada día nuestra decisión de trabajar para que todos le conozcan y le amen?   

jueves, 13 de octubre de 2011

SALVO A 40.000 PERSONAS

En los horrores de la guerra mundial, hubo hombres y mujeres que, callada pero admirablemente, dieron testimonio elocuente de amor y generosidad. Unos son muy famosos, pero la mayoría se fueron de este mundo sin que nadie pudiera valorar ni publicar su entrega y dedicación en favor de su prójimo. Entre ellos, merece un puesto muy especial José Arturo Castellanos. Este hombre nació en la república centroamericana: San Salvador. Fue representante diplomático de su gobierno en varias naciones europeas, situación que aprovechó para salvar a cuantos más pudo, facilitando salvoconductos a todos los judíos que querían escapar de la furia mortal de los nazis. Se calcula que él salvó a cuarenta mil personas. Admirable generosidad y valentía. Cuando terminó su misión diplomática, se retiró y murió pobre y desconocido.
Este ejemplo de amor es realmente impresionante, digno de aplauso y merecedor de que se divulgue y todos queramos aprender de él: a pensar más en los demás que en nosotros mismos, sobre todo, cuando vemos la necesidad y situación de abandono o desamparo de las personas que sufren. Pero, este y otros ejemplos semejantes nos han de impulsar a fijar los ojos, el corazón, todo nuestro ser ¡en Jesús!, quien siendo Dios quiso dar la vida por todos los hombres de todos los tiempos. Salvar la vida temporal es algo grandioso y merecedor de todo nuestro reconocimiento, pero salvar la vida que dura para siempre no tiene ni punto de comparación. Si nos detuviéramos a reflexionar lo que Jesús hizo por todos y cada uno de nosotros, quedaríamos mudos de asombro, nos moriríamos de pura felicidad y, lo que es mejor de todo: nos enamoraríamos de El, aprovechándonos al máximo de su Amor, y toda la eternidad nos parecería insuficiente para valorarlo y agradecerlo.
Nos puede parecer que ya lo sabemos ¡Lo hemos oído incontables veces! pero Jesús, muerto y resucitado por nosotros, nunca lo sabremos bastante. Es la Verdad que cuanto más la personalizamos y profundizamos, tanto más nos apasiona y enriquece. Merece que la meditemos sin cesar, que la aprovechemos cuanto más podamos y la compartamos  a todos, por todos los medios a nuestro alcance.
Esta es la Verdad que transforma los corazones y logra efectos increíbles.
Dos mil años lo confirman.-

martes, 4 de octubre de 2011

LA BOMBILLA CENTENARIA

Existe una bombilla que es admiraciòn de propios y extraños. Lleva encendida ¡ sin apagarse ! nada màs y nada menos que : ciento diez años. Esta bombilla tiene el rècord de estar encendida las 24 horas del dìa, en un cuartel de bomberos de la ciudad de Livermore (California) Comenzò iluminando con 60 w, hoy no supera los 4. ¡Què hermosa lecciòn nos da esta bombilla! Nos recuerda a todos, a cada uno de los bautizados que hemos de ser PERSONAS-LUZ, llenos de Jesùs, dejando que El sea nuestra Luz e ilumine a cuantos vivan o trabajen con nosotros. Se trata de que queramos hacer programa de vida: que cuantos nos miren a nosotros, le vean a El en nosotros
Es el mismo Jesùs quien nos dice: " Que vuestra luz ilumine a todos"
Es cierto que vivimos en un mundo de oscuridad, pero eso, aun siendo cierto y evidente, no es lo màs importante. Esa situaciòn, triste y deplorable, es un reto, una provocación, una sacudida interior que nos invita, apremia, a ser los hombres y mujeres que facilitemos que Jesùs brille en nosotros y por medio nuestro. Nuestra vocaciòn es increiblemente hermosa y fascinante. Desde que estrenamos un nuevo dìa hasta que cerramos los ojos a la hora de ir a descansar por la noche, Jesùs quiere, nos pide irradiar luz por donde pasemos, dejando que El sea nuestra Luz y pueda iluminar a cuantos nos vean o nos traten.
Si un bombillo se ha dedicado a dar luz durante ciento diez años, "gozàndose" de estar llena de luz para servicio de los demàs ¿què no haremos nosotros, bautizados, siendo hijos de la Luz, formando parte de Jesùs, Luz de Dios?
Desde el Dìa-Acontecimiento de nuestra existencia personal: nuestro Bautismo, fuimos iluminados de tal manera que la Luz de Dios invadió todo nuestro ser. Fuimos convertidos en hijos de la Luz, pero con una misión, muy clara y con creta : que esa Luz crezca sin cesar e ilumine a todos y a todo. Pero no para que nos aplaudan a nosotros, no para que queden extasiados, anonadados por lo que ven o admiran en nosotros sino para que todos alaben y glorifiquen a Papa-Dios por Jesús que brilla en nosotros.
Nosotros no somos bombillas, somos reflectores de màxima potencia, con y desde Jesùs. Día a día, hemos de iluminar con nuestra forma de ser, de vivir y de amar. Esto lo hemos de hacer cada día, todos los días, durante todo el día, pidiendo a Jesús que sea El nuestra Luz, que sea El el que brille en nuestra pequeñez y humildad, aunque nuestro organismo corporal sea vaya apagando, debilitando por los años.
No serìa un magnìfico elogio el que, cuando nos llegue la hora de dejar este mundo y regresar al Corazòn de Dios-Trinidad puedan decir de cada uno de nosotros : " Este hombre, esta mujer viviò lleno de Luz, viviò para dar luz y lo hizo, con sencillez y alegrìa,  hasta el final"