martes, 22 de noviembre de 2011

SABER SER AGRADECIDO

¡Ha salvado a nuestro hijo! Esta era la frase que brotaba del corazón de dos padres de familia. La repetían una y otra vez y no se cansaban de expresar su emoción, gozo y agradecimiento. Sentían un agradecimiento tal por el que había salvado a su hijo de la muerte, que cada año le enviaban - desde el pueblo a la ciudad - un pavo. El hombre-salvador de su hijo les había conquistado el corazón. ¿Qué había realizado para merecer el agradecimiento, sincero y profundo de aquellos padres?  
El hijo de esta familia era constructor. Un día, en un descuido, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Su compañero de trabajo, viéndole en tan terrible situación, no lo pensó dos veces. Lo llevó inmediatamente al hospital y, gracias a ese gesto, los médicos salvaron su vida.
Estos padres tenían un corazón grande, estaban llenos de amor, eran agradecidos. La vida temporal de su hijo era el máximo tesoro para ellos. Esta historia, sencilla, hermosa, elocuente tendría que ser la historia de cada uno de nosotros. Jesús ha venido en auxilio nuestro, humillándose, dando su vida, entregando su sangre preciosa. Todos y cada uno de nosotros, impresionados y conquistados por ese Amor, personal e inabarcable, de Jesús, estamos comprometidos a ser agradecidos con El porque hemos recibido la Vida que dura ¡para siempre!
Nuestro agradecimiento no puede ser una simple emoción que nos haga llorar de alegría. Ha de ser agradecimiento del corazón, de toda nuestra vida. La vida es el valor supremo de todo cuanto existe. La vida temporal es ¡cómo no! valiosa y digna de ser amada, pero la Vida con mayúscula, la Vida verdadera, la que no tendrá fin, no tiene comparación con nada. Para que la pudiéramos tener y gozar eternamente, Jesús no se conformó con abajarse hasta nuestro polvo, asumiendo nuestra humanidad, sino que nos amó hasta el extremo de morir- El -para que tuviéramos la vida divina, la vida eterna. Si el simple decirlo causa estremecimiento y admiración ¿qué no producirá si lo vivimos, lo hacemos realidad en nuestra existencia personal?
Día tras día, hemos de ser agradecidos. Jesús no nos pide un regalo, signo de nuestro agradecimiento. El espera que nuestra vida sea una Eucaristía, un continuo y gozoso agradecimiento. Todo el beneficio y aprovechamiento es para nosotros. Seamos agradecidos o vivamos despreocupados de todo lo que nos ama, El no gana ni pierde nada. Pero, la sabiduría popular nos recuerda: "Amor con amor se paga" Toda la eternidad será insuficiente para valorar, aprovechar y agradecer lo que Jesús ha hecho por cada uno de nosotros. Todo lo ha hecho por amor, desinteresadamente, pensando sólo en nuestro beneficio, felicidad y salvación. La respuesta no puede ser otra sino : agradecimiento sincero, continuo; viviendo íntima y gozosamente unidos a Jesús, queriendo, trabajando para que todos se aprovechen de El, disfruten cada día más y más de su Amor, sean felices y tengan la Vida que dura para siempre, la Vida que llena - de verdad y para siempre - el corazón humano.
Este es el regalazo más grande y valioso que podamos dar. Si así hacemos, somos verdaderamente agradecidos.-

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