jueves, 7 de julio de 2011

EL NOS TOMO EN SUS BRAZOS Y NOS DIO SU VIDA

La noticia es impresionante. Una niñita, Zhang Fangyu, de 2 añitos de edad, cayó desde un décimo piso. Una mamá que pasaba cerca, viendo que la niña se dirigía a una muerte segura, no lo pensó dos veces: se colocó debajo de ella y abriendo los brazos, la recibió "como si fuera hijita suya" La niñita salvó su vida, milagrosamente.
El golpe fue terrible, tanto que la mujer salvadora sufrió la ruptura de uno de los brazos. Todos aplaudieron, admirando el amor y coraje de la aquella madre.
Este gesto de amor realmente es impresionante. Todos quedamos emocionados por la valentía y fortaleza de esta mamá, quien impulsada por el pensamiento de su hijita, se decidió a arriesgar su vida para salvar a aquella niñita.
Sin embargo, Jesús, siendo Dios, hizo inmensamente más. Viendo que caíamos irremediablemente a la muerte eterna, El no sólo abrió sus brazos en la Cruz sino que dió hasta la última gota de su sangre preciosísima, para que tuviéramos la Vida que dura para siempre.
La niñita de la noticia estará feliz y agradecida a la mujer que arriesgó su vida por salvarla a ella, pero esa vida que ella tenía era vida humana, temporal. La Vida que Jesús nos consiguió con su Muerte y Resurrección es Vida divina, vida sin fin. Y si la niñita, cuando crezca y sepa cómo fue rescatada de la muerte, se emocionará y vivirá agradecida a su salvadora ¿ No haremos cada uno nosotros otro tanto
¡e inmensamente más! con Jesús que no sólo no ha dejado que caigamos en la muerte eterna sino que nos ha elevado y engrandecido haciéndonos compartir con El su Vida divina, su felicidad sin fin en el Cielo?
Todos nosotros hemos de valorar - y cada día más - el increíble Amor que Jesús nos tiene al acogernos con sus brazos, al meternos en su Corazón, dándonos su Vida tan generosa y desinteresadamente, dándole gracias con la boca, con el corazón, con nuestra vida. Pero, nuestro agradecimiento es verdadero si nos afanamos por conseguir que todos conozcan a Jesús y se salven, gozándose de su Amor viviendo en íntima comunión con El.
Cuanto más profundizamos en ese misterio de Amor que es Jesús, en su Muerte y Resurrección, tanto más "nos apremia el Amor de Cristo ", tanto más somos impulsados a trabajar para que todos, los de cerca y los de lejos, conozcan a Jesús y le amen. Por este camino nos guía el Espíritu Santo a todos y cada uno de los bautizados. El confía plenamente en cada uno de nosotros. No podemos defraudar esa tan gran confianza que El ha depositado en nosotros.-

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