viernes, 15 de abril de 2011

CAMBIO EL FUSIL POR UN ROSARIO

Matilde de Luis es una joven, llena de vitalidad y juventud. En el año 1.999 se presentò voluntariamente al ejèrcito español. Querìa servir a su patria.Tras un tiempo de preparaciòn, sus superiores le enviaron a los Balkanes, en donde trabajò en favor de esos territorios, reconstruyendo o levantando puentes. El dolor, los sufrimientos, las terribles desgracias producidas por la guerra, despertaron en ella muchos interrogantes. La vida - pensò ella - era un don demasiado valioso para no aprovecharla al màximo. Intensificò su vida espiritual, llegando a la conclusiòn de que Jesùs le llamaba a ser toda de El, para servir a todos con su vida consagrada a Dios y a los hombres. Cuando comunicò esa su decisiòn a su papà, èl no cabìa de gozo y decìa a todos:  ¡He "perdido" una hija, pero he ganado quince!

El capitàn, bajo cuya autoridad habìa trabajado y servido, al saber que querìa consagrarse por entero a Jesùs, le dijo todo emocionado: " Usted ha sido una muy buena profesional en la vida militar, estoy seguro que ahora serà una excelente monja" Hoy vive feliz en una comunidad de franciscanas clarisas, en la ciudad de Salamanca.
Para nosotros, los creyentes en Jesùs, el testimonio de un hombre o de una mujer que quieren entregarse a Dios, para amar a todos y colaborar en la salvaciòn de todos es una noticia que nos llena de gozo y nos anima a ser màs y mejores cristianos, a aprovecharnos al màximo de Dios, a disfrutar cada dìa màs de su Amor, queriendo, trabajando para que todos conozcan y amen a Jesùs.

Esas personas consagradas a Dios, aunque estèn viviendo entre cuatro paredes, son no sòlo nos recuerdan que Jesùs es el Supremo Bien, el Manjar de nuestro corazòn, que hemos de valorar las cosas buenas de la vida presente sino que, nos hacen saber, una y otra vez, que las hemos de tomar como medios para alcanzar la Vida y Felicidad del Cielo. Esos monasterios son el màs y mejor tesoro de la Iglesia. Estos hombres y mujeres no sòlo nos recuerdan ¡con su testimonio y vida ! que Jesùs es lo primero y màs querido de nuestra vida, sino que oran, dìa y noche, por todos nosotros. Un dìa - cuando estemos en el Cielo - nos quedaremos asombrados y admirados del inmenso bien que ellos nos reportaron, de la inmensidad de gracias y bendiciones que Dios-Trinidad derramò sobre cada uno de nosotros.
Ellos - lo aseguran los santos - son el combustible que no puede faltar en la Iglesia. Quieren, desean ardientemen te que todos, niños, jòvenes y adultos, seamos cada dìa màs santos, màs misioneros.

Todos tenemos una deuda de gratitud con las personas consagradas a Dios, que viven en un convento.Todos, seamos muy santos o llevemos una vida no muy fervorosa, somos apremiados a aprovecharnos de su consagraciòn a Dios, de su hermoso y elocuente testimonio. ¿ Còmo ? Queriendo, trabajando por ser màs y mejores discipulos de Jesùs, màs misioneros, allì donde vivimos y trabajamos, sin olvidarnos nunca de que hemos de corresponder a ese Amor que nos brindan, orando sin cesar para que todos y cada uno de ellos crezcan en santidad y en nùmero. Sòlo asì hemos sabido valorar y agradecer el inmenso beneficio que todos ellos nos producen.-

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