Leí en una ocasión un
texto, atribuido a san Agustín, que bien vale la pena que lo conozcamos y
lo meditemos todos y cada uno de los bautizados, disfrutándolo y
agradeciéndolo, cada día, todos los días. "Nosotros, cristianos-católicos
no somos más orantes, penitentes y buenos que los de otras religiones, pero tenemos algo que
sólo nosotros tenemos y que supone una distancia abismal con todos ellos.
Nosotros hemos recibido el Espíritu Santo, Quien nos llena de Amor y Alegría."
¡Dios es amor y alegría!
Mientras todos los
miembros de otras religiones se preocupan por dar: homenajes y culto
a Dios, nosotros, gracias a JESUCRISTO, tenemos la dicha, el privilegio,
la gracia de RECIBIR ¡nada más y nada menos! que al ESPIRITU
SANTO, Quien nos llena de Amor y Alegría.
Llenos de DIOS,
unidos a JESUCRISTO, podemos aprovecharnos al máximo de lo que El nos da ¡a si
mismo! y movidos por el Amor, rebosantes de Alegría, ya que es el Hijo de Dios,
el que da culto a DIOS-ABBA con nosotros y para provecho exclusivo de
todos nosotros.
Ese es nuestro
Amor. Esa es nuestra Alegría.
Sin miedo a
exagerar, podemos afirmar que ser cristiano es, ante todo y sobre todo,
dejarse amar por las Tres Divinas Personas y disfrutar cada día más y más de su
Amor que hemos de compartir con cuantos más podamos.
Es el ESPIRITU
SANTO el que nos pide que vivamos sumergidos en su Amor y vivamos llenos de
Alegría.
¿No es verdad que
si nuestro programa de vida cristiana fuera vivir con el ESPIRITU SANTO, llenos
de su Amor, con su Alegría dentro de nuestro corazón, seríamos santos e instrumentos
de las maravillas de Dios?
Creo - cada día más
convencido - de que sólo así, con el ESPIRITU SANTO, corazón de nuestra vida
cristiana, con su Amor y Alegría, vale la pena ser creyentes en JESUS.
Pretender
sostenerse con una religiosidad externa, con la pura ley del Antiguo
Testamento, es demasiado trabajoso, muy cuesta arriba para terminar agotados y
tristes.
Aficionémonos cada
día más a una familiaridad personal, con el ESPIRITU SANTO. Veremos - con
asombro - cómo crece JESUS en cada uno de nosotros y nosotros en El, y el Amor
y la Alegría echarán raíces dentro de nosotros.
Anticiparemos el
cielo, aquí y ahora, facilitando y alegrando la vida a cuantos tengan
la suerte y el privilegio de acercarse a nosotros. Nosotros seremos los
primeros en beneficiarnos de lo que hemos recibido para darlo y compartirlo con
cuantos más podamos, ya que el Amor y la Alegría cuanto más se dan más crecen
en nosotros.-