miércoles, 27 de abril de 2011

¡¡¡ MARAVILLOSO y FASCINANTE MISTERIO DE AMOR !!!

¿Cuàl es este misterio maravilloso y fascinante de Amor, que nos tiene que apasionar e inundar de felicidad ?
Nada màs y nada menos que : Jesùs ha resucitado y nosotros con El.

Esta verdad, fundamental, esencial de nuestra fe, es la que ha de fundamental y dar razòn de toda nuestra vida cristiana. Es una certeza que - sòlo desde la fe - es comprensible.
Humana, racionalmente es incomprensible. Es el ESPIRITU SANTO quien nos ilumina y nos hace comprender que, gracias al Amor y Bondad de Jesùs, todos los bautizados, unidos a El, formamos un ¡ un sòlo y ùnico Jesùs !

Esta realidad, misteriosa y maravillosa, es para morirnos de puro gozo y agradecimiento.
Jesùs y nosotros somos UNO, somos inseparables ( El es Dios, nosotros somos creaturas ) Por ser Jesùs nuestra Cabeza y nosotros sus miembros, cuando El muriò en la cruz, morimos tambièn nosotros con El. Cuando resucitò, tambièn nosotros resucitamos con El.

San Agustìn decìa : "Todo: vida, muerte, resurrecciòn y gloria sin fin, en el Cielo, Jesùs lo comparte con nosotros. Este misterio de su pasiòn y resurrecciòn es el que deben ustedes conocer y vivir"

Aunque nuestra inteligencia humana no pueda comprender este misterio, nuestra fe -basada en la autoridad de Dios, confirmada por el testimonio de los Apòstoles - nos impulsa a vivir, a sacar el màximo provecho, de lo que creemos.

Es el Espìritu Santo el que nos pide - hoy - que seamos personas vivientes, hombres y mujeres resucitados, testimonios, elocuentes y convicentes, de Cristo, vivo y resucitado

Durante 2.000 años, una multitud incontable de : hombres y mujeres, niños, jòvenes y ancianos, personas muy sabias y gente muy sencilla, han creido y crecido en Cristo resucitado e, incluso, muchos lo han rubricado con su sangre.

Nuestra fe, cristiana y catòlica, nace, se sostiene y alimenta de Cristo resucitado. Jesùs quiere, ¡nos lo pide personalmente! que vivamos, ìntima y gozosamente unidos a El, para que rebosantes de vida, nos dediquemos a contagiar a todos, a cuantos màs podamos, de esa Vida y Amor que El nos da tan super-generosamente.

Si cada mañana amanecemos a un nuevo dìa ¿No hemos de gozarnos de renovar nuestra decisiòn de aprovecharnos al màximo de Cristo resucitado, gozàndonos cada vez màs de su Amor, queriendo, afanàndonos para que todos lo aprovechen y lo gocen con nosotros?

¡¡¡ MURIO... POR MI !!!

Sucediò en Chipre, isla del Meditarràneo. Un turista entrò en una tienda para adquirir unos productos que èl necesitaba. El dueño del establecimiento, viendo la alegrìa y buen humor de su cliente, le preguntò "si èl era cristiano". La respuestà no se hizo esperar: "Lo soy y me siento muy gozoso y agradecido de ese don" ¿ Por què ? - preguntò asombrado el dueño de la tienda -. El creyente en Jesùs respondiò : "Porque ¡ El muriò por mi !"
Tras unos momentos de silencio, el propietario dijo, con rostro sorprendido y apenado: "¡ Nunca, nadie, me hizo saber esa increible realidad! "

Esta conversaciòn es reciente. La difunde el mismo protagonista. Que, hoy, en la època de los satèlites, de los aparatos asombrosos de comunicaciòn que tenemos a nuestro alcance, todavìa haya personas que no conozcan a Jesùs, que no sepan que El es Dios-Amor, que nos ama hasta el extremo de dar su vida por todos, por cada uno de nosotros, nos ha de impactar de tal manera que ha de impulsar a orar - intensa y continuamente -, a evangelizar con màs pasiòn y alegrìa, sobre todo, con el testimonio- elocuente y convincente - de nuestra vida personal.
Cada dìa, todos los dìas ¡ continuamente ! tendrìamos que meditar, rumiar, la gran y fascinante verdad de nuestra vida: Jesùs, siendo Dios, me ama tan en serio que ha muerto ¡ por mi !
Si personalizamos ese Amor, si nos aficionamos a entrar en ese Misterio que es Jesùs, con y desde la ofrenda de si mismo en la Cruz, el Espìritu Santo nos harà magnìficos instrumentos suyos y la evangelizaciòn serà para cada uno de nosotros: una tarea tan gozosa como apasionante, advirtiendo - asombrados y emocionados - que cuanto màs compartimos la MEJOR NOTICIA, tanto màs crece nuestra fe, màs aumenta nuestro amor y màs gozamos de Jesùs.

El caso, triste y penoso, del protagonista de nuestra historia ( el vendedor chipriota ) es, hoy, màs frecuente de lo que podamos imaginar. Aunque parezca exagerado, a nuestro alrededor, hay un buen nùmero de bautizados que ignoran, que no se han detenido a pensar hasta dònde nos ama Jesùs. Esa realidad, terrible y grave, nos compromete a todos: pastores y laicos, (niños, jòvenes, adultos y ancianos, sanos y enfermos ) a evangelizar, a ser cada dìa màs santos, a anunciar, por todos los medios, a Jesùs, muerto y resucitado. Veremos maravillas, cambios de vida, milagros que nunca hubièramos imaginado.

A ejemplo de San Pablo, todos tenemos que decir: con la boca, con el corazòn y con la vida  ¡Ay de mì, si no soy evangelizador!
Si Jesùs nos confiò ¡ personalmente ! la tarea, sublime y apasionante, de evangelizar "a tiempo y a destiempo" y lo hizo en el momento-cumbre de nuestra vida  ¡el Dìa de nuestro bautismo! ¿podremos fallarle, defraudar esa tremenda confianza que El depositò en cada uno de nosotros?

viernes, 15 de abril de 2011

CAMBIO EL FUSIL POR UN ROSARIO

Matilde de Luis es una joven, llena de vitalidad y juventud. En el año 1.999 se presentò voluntariamente al ejèrcito español. Querìa servir a su patria.Tras un tiempo de preparaciòn, sus superiores le enviaron a los Balkanes, en donde trabajò en favor de esos territorios, reconstruyendo o levantando puentes. El dolor, los sufrimientos, las terribles desgracias producidas por la guerra, despertaron en ella muchos interrogantes. La vida - pensò ella - era un don demasiado valioso para no aprovecharla al màximo. Intensificò su vida espiritual, llegando a la conclusiòn de que Jesùs le llamaba a ser toda de El, para servir a todos con su vida consagrada a Dios y a los hombres. Cuando comunicò esa su decisiòn a su papà, èl no cabìa de gozo y decìa a todos:  ¡He "perdido" una hija, pero he ganado quince!

El capitàn, bajo cuya autoridad habìa trabajado y servido, al saber que querìa consagrarse por entero a Jesùs, le dijo todo emocionado: " Usted ha sido una muy buena profesional en la vida militar, estoy seguro que ahora serà una excelente monja" Hoy vive feliz en una comunidad de franciscanas clarisas, en la ciudad de Salamanca.
Para nosotros, los creyentes en Jesùs, el testimonio de un hombre o de una mujer que quieren entregarse a Dios, para amar a todos y colaborar en la salvaciòn de todos es una noticia que nos llena de gozo y nos anima a ser màs y mejores cristianos, a aprovecharnos al màximo de Dios, a disfrutar cada dìa màs de su Amor, queriendo, trabajando para que todos conozcan y amen a Jesùs.

Esas personas consagradas a Dios, aunque estèn viviendo entre cuatro paredes, son no sòlo nos recuerdan que Jesùs es el Supremo Bien, el Manjar de nuestro corazòn, que hemos de valorar las cosas buenas de la vida presente sino que, nos hacen saber, una y otra vez, que las hemos de tomar como medios para alcanzar la Vida y Felicidad del Cielo. Esos monasterios son el màs y mejor tesoro de la Iglesia. Estos hombres y mujeres no sòlo nos recuerdan ¡con su testimonio y vida ! que Jesùs es lo primero y màs querido de nuestra vida, sino que oran, dìa y noche, por todos nosotros. Un dìa - cuando estemos en el Cielo - nos quedaremos asombrados y admirados del inmenso bien que ellos nos reportaron, de la inmensidad de gracias y bendiciones que Dios-Trinidad derramò sobre cada uno de nosotros.
Ellos - lo aseguran los santos - son el combustible que no puede faltar en la Iglesia. Quieren, desean ardientemen te que todos, niños, jòvenes y adultos, seamos cada dìa màs santos, màs misioneros.

Todos tenemos una deuda de gratitud con las personas consagradas a Dios, que viven en un convento.Todos, seamos muy santos o llevemos una vida no muy fervorosa, somos apremiados a aprovecharnos de su consagraciòn a Dios, de su hermoso y elocuente testimonio. ¿ Còmo ? Queriendo, trabajando por ser màs y mejores discipulos de Jesùs, màs misioneros, allì donde vivimos y trabajamos, sin olvidarnos nunca de que hemos de corresponder a ese Amor que nos brindan, orando sin cesar para que todos y cada uno de ellos crezcan en santidad y en nùmero. Sòlo asì hemos sabido valorar y agradecer el inmenso beneficio que todos ellos nos producen.-

martes, 5 de abril de 2011

¡ FUE MENDIGO Y ERA MULTIMILLONARIO !

Jerry Winkler es un hombre-mensaje. Fue mendigo. Vivìa en la calle, durmiendo donde le sorprendìa la noche. Nunca imaginò que era dueño de una fortuna multimillonaria. Sin buscarlo ni pretenderlo se convirtiò en noticia para los me dios de comunicaciòn social. Un buen dìa encontrò un periòdico en el que aparecìa Alfredo Wilkle, famoso empresario, entrevistado por un periodista. Le faltò tiempo para buscar a dicho entrevistador. Cuando le encontrò le hizo saber que èl llevaba el mismo apellido. Cuàl serìa su sorpresa cuando se enterò de que el empresario habìa dejado una inmensa fortuna. El periodista le llevò a un abogado quien inmediatamente mandò hacerle una prueba de ADN. Habìa que certificar que Jerry era verdadero hijo de Alfredo. El resultado fue positivo. Esa prueba fue suficiente para hacerle multimillonario. Al ser informado que toda la fortuna de su padre le pertenecìa legalmente, Jerry manifestò: " Cuando el abogado me llamò y me hizo saber que yo era el ùnico heredero de toda la fortuna multimillonaria de mi padre, me sentì inmensamente feliz, loco, todo al mismo tiempo"
Esta historia, increible y sorprendente, la podemos aprovechar para reflexionar y profundizar sobre nuestra situaciòn. Nacimos mendigos, desnudos, ciegos. Nuestra miseria era realmente lastimosa. Tenìamos la desgracia màs grande de todas: no tenìamos a Dios. Estàbamos vacìos y muertos ¿Cabe mayor desgracia? Pero. gracias a Jesùs, tuvimos la fortuna màs grande e inimaginable. El nos diò la Vida asumiendo nuestra muerte. Estàbamos vacìos. Eramos los màs pobres de todos, pero Jesùs, siendo Dios, la riqueza-fuente de todo bien, se abajò naciendo en el seno purìsimo de la Virgen Marìa para elevarnos a nosotros. Tomò nuestra pobreza haciendo nuestra su riqueza. Desde que Jesùs se hizo hombre, todos y cada uno de nosotros somos los màs multimillonarios de todos. Si Dios ha querido darse a nosotros ¿No es justo y lògico que tambièn nosotros queramos ser suyos?
Fuimos mendigos, ahora somos multimillonarios. Jerry, el protagonista de la historia, tenìa muchos, muchisimos millones, pero era riqueza material, sòlo para esta vida temporal. Nosotros, por el contrario, tenemos grandes tesoros, fortuna incalculable, riqueza celestial y espiritual, pero ¡para toda la eternidad!
Tambièn cada uno de nosotros hemos de ser felices ¿Còmo? Viviendo como pide nuestra categorìa divina, deseando que todos tengan el tesoro que nosotros tenemos, trabajando para que todos conozcan a Jesùs y le amen.
Y si Jerry declaraba que estaba loco por lo que era y tenìa, ¿no tendrìamos que ser locos, al estilo de los santos, aprovechàndonos al màximo de Jesùs, disfrutando cada dìa màs de su amor, de su generosidad, de la salvaciòn que El nos ha querido conceder por pura bondad suya?
El cambio, el nuevo estado social de Jerry, su trasformaciòn radical, fue noticia-impacto a cuantos la oìan o leìan ¿Nuestra vida personal, nuestro testimonio de vida, no tendrìa que ser mensaje, reflejo de Jesùs para cuantos nos ven o tratan de cerca ?