lunes, 28 de junio de 2010

SOMOS CIUDADANOS - GUIAS DEL CIELO

El famoso obispo de la televisiòn norteamericana, Mons. Fulton Sheen, fue invitado a dar una conferencia en una ciudad. Dicha conferencia se realizarìa en el salòn del concejo municipal. Como el obispo no conocìa el lugar exacto de ese auditorio, aprovechando que pasaba uno niño, quiso valerse de èl para orientarse. El muchachito, admirado de que todo un obispo se dirigiera a èl, con ese encanto y sinceridad que caracterizan a los niños, se animò a preguntar el motivo para ir alli : ¿Se puede saber què es lo que usted va a hacer allì ? El prelado, sorprendido por la curiosidad y viveza del niño, le dijo muy sonriente: " Voy a hablar sobre el Cielo y còmo llegar hasta allì " Le faltò tiempo al muchachito para exclamar: " ¡Eso sì que està bueno! Usted sabe còmo ir al Cielo y no sabe còmo llegar al consejo municipal "
Esta anècdota de la vida de Mons. Fulton Sheen, tan sencilla como humorìstica, nos puede servir para que todos recordemos dos facetas, inseparables, de nuestra vida cristiana. Somos ciudadanos del Cielo y hemos de ser guìas, elocuentes y convincentes, de esa Meta final, razòn por la que somos cristianos.
Hemos nacido para el Cielo y nuestra misiòn es anunciar a Jesùs, sobre todo, con nuestra forma de vivir, para que todos puedan conocer el Camino para llegar a la felicidad sin fin: el Cielo.
Los santos han sido y seguiràn siendo nuestro ejemplo. Ellos vivìan con los pies muy firmes en el suelo, pero con el corazòn siempre fijo en el Cielo. Ese era el secreto de su vida. Su afàn de amar, servir, ayudar a todos era el programa de su existencia en este mundo. Si se desvivìan por el bien y el progreso de la gente, era porque ellos pensaban en el Cielo. Todos los sudores y sacrificios que implicaba acometer obras grandes y admirables por la humanidad, los asumìan hasta con buen humor porque -dìa tras dìa- se sabìan ciudadanos del Cielo, y las gratificaciones de esa su entrega y dedicaciòn las consideraban un  "anticipo del cielo"
Somos peregrinos por este mundo temporal, pero nuestro destino final es una eternidad dichosa " que ni el ojo viò, ni el oido oyò ni mente humana jamàs podrà imaginar, que Dios prepara para todos los que le aman "
Cuanto màs valoramos a Jesùs y creemos en su promesa de que gozaremos con El en el Cielo, tanto màs crece nuestra conciencia de que hemos de ser guìas para que todos puedan llegar al Cielo.
No hace falta decir que somos guìas, excelentes guìas, no tanto por nuestra forma de hablar o manejar la Biblia sino por nuestra manera de vivir.
Es verdad que los seres humanos suelen olvidarse de lo eterno y el Cielo les parece lejano, por eso, cada uno de nosotros nos hemos de empeñar en poner alma, corazòn y vida en Jesùs, en valorar cada dìa màs y màs el Cielo, trabajando por el bien de todos, para que nuestro testimonio personal provoque que todos se interroguen el por què vivimos como vivimos y se despierte en todos el deseo, el anhelo del Cielo.
Empecemos por nosotros. Tomemos cada dìa mayor conciencia de nuestra Patria celestial y eterna. Hagamos programa de nuestra vida de cada dìa el Cielo: amando, alegrando la vida de cuantos màs podamos, buscando que todos conozcan a Jesùs y le amen. Seamos ciudadanos del Cielo, siendo guìas entusiastas de ese destino glorioso, para que todos construyamos con Jesùs un mundo nuevo y gocemos todos juntos de esa Felicidad que Jesùs nos ha conseguido con su muerte y resurrecciòn

miércoles, 23 de junio de 2010

Fulton Sheen, su felicidad, haber sido: SACERDOTE-MISIONERO

Permitanme que les haga una confidencia personal: desde mis años de seminario sentì una gran admiracion por Monseñor Fulton Sheen. Me gustaba leer sus libros: " La vida merece vivirse " (libros que difundìan las conferencias que trasmitìa, cada semana, por TV y que llegaban a tener hasta treinta millones de televidentes ) Su sencillez y simpatìa, su sòlida formaciòn pero, sobre todo, su profunda espiritualidad y espìritu misionero influyeron y marcaron mi vida, de manera que el afecto y admiraciòn que sentìa por èl fueron creciendo con los años.
Me emocionè y se me aguaron los ojos cuando leì dos informaciones sobre su vida, que no conocìa: una, que la Congregaciòn de los Santos habìa iniciado su proceso de canonizaciòn. Otra, que el Papa Juan Pablo II, en su visita a los Estados Unidos, lo abrazò en la catedral de San Patricio, en Nueva York, dicièndole pùblica y emocionadamente : " Has escrito y hablado bien de Nuestro Señor Jesucristo. Eres un hijo fiel de la iglesia "

Un elogio, breve pero muy hermoso y elocuente.
Pero, màs de uno podrà preguntarse : ¿ Quièn fue Mons. Fulton Sheen ?
Buena pregunta que bien merece una respuesta. Naciò en la ciudad de El Paso, en Ilinois, en Estados Unidos, en el año 1.885. Fue ordenado de sacerdote en 1.919. Fue un gran predicador y cualificado maestro de la fe catòlica. Durante 22 años difundiò por la televisiòn ( esta tècnica estaba en sus comienzos ) su famoso programa: " La Hora Catòlica ". Con su simpatìa y su experiencia personal de Dios, supo ganarse el corazòn y atenciòn de sus televidentes, quienes le seguìan con una atenciòn realmente impresionante.
Durante toda su vida se distinguiò por su profunda espiritualidad eucaristica ( cada dìa dedicaba una hora a Jesùs, al Santìsimo sacramento. Era una promesa que èl mismo habìa hecho, desde su ordenaciòn sacerdotal y que cumpliò hasta que falleciò ). Tambièn por su amor, filial y entrañable, a la santìsima Virgen Marìa, ademàs de un gran espìritu misionero, que èl cultivaba con es pecial esmero.
Todo ello fue la clave de su fecundidad sacerdotal. Muchos hombres y mujeres, incluso ateos, se entregaron a Jesùs, gracias a su fervor y celo sacerdotal.
Por su muy ìntima comuniòn con Jesus, por su amor apasionado por la Iglesia, por su empeño en ganar a todos para Cristo, la Iglesia le nombrò director nacional de las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos, servicio eclesial en el que èl dejò profunda huella, promoviendo una intensa y admirable animaciòn misionera.
La fama, los premios, las condecoraciones que èl consiguiò dàndose a todos, trabajando con amor y de forma desinteresada, los valoraba como algo muy secundario y de poca importancia.
Su mayor felicidad fue siempre ser sacerdote-misionero, entregado por completo al servicio de Jesùs y de su Iglesia, buscando siempre el bien y la salvaciòn de su hermanos, los hombres.

martes, 15 de junio de 2010

Nosotros ¡¡¡MULTIMILLONARIOS!!!

Nosotros, los creyentes en Jesùs, somos inmensamente ricos. Somos multimillonarios. Los màs ricos y afortunados del mundo. Lo podemos decir, publicar, hacèrselo saber a todos ¡ so bre todo, con nuestra vida y testimonio personal ! No exageramos nada. Esa es la verdad y nadie la puede negar. Por pura bondad de Dios, sin ningùn mèrito por parte nuestra, hemos recibido el tesoro màs grande y valioso de todos: Nuestra fe, cristiana y catòlica.
Todos los millones de todos los bancos, todas las joyas y obras de arte, todas las fortunas que podamos imaginar o reunir, en comparaciòn con el caudal, increible e inabarcable, de nuestra fe, son una nada tan insignificante como ridìcula.
El tesoro de nuestra fe es humanamente imposible de valorar. Sòlo en el cielo, cuando veamos a Dios, cara a cara, podremos valorar ese tesoro, de verdad, abarcar toda su riqueza.
Cada dìa, todos los dìas, todos tendrìamos que agradecer esa gracia, ese privilegio que Dios nos ha regalado, disfrutàndolo cada vez màs, afanàndonos en compartirlo con cuantos màs podamos, sobre todo, con los que todavìa no lo tienen.
Un tesoro ¡cuànto màs el tesoro de los tesoros! bien merece que lo valoremos con dedicaciòn y esmero. No podemos llamarnos los màs ricos de todos si lo mantenemos en una caja fuerte como si fuera una fortuna-monopolio " sòlo para nosotros "
Somos los màs ricos, los màs afortunado y privilegiados del mundo ¿Por què? Porque Dios, siendo Dios, no podìa darnos nada màs grande ni mejor que ¡El mismo!:  su Amor, su Vida y Salvaciòn.
El tesoro de nuestra fe - recordèmoslo siempre - lo hemos de valorar al màximo, viviendo tan unidos con Jesùs que nos gocemos de ser siempre y en todo lugar: sus manos y sus pies, su presencia, de tal manera que cuantos nos miren a nosotros ¡le vean a El en cada uno de nosotros!
Multimillonarios somos, y toda la eternidad serà insuficiente para valorar, disfrutar y agradecer ese inmenso caudal que Dios nos ha dado.
Ahora, conscientes de ese inmenso y fabuloso tesoro, todos lo hemos de explotar al màximo ¿Còmo? Orando sin cesar, ofreciendo nuestra vida: alegrìas, esperanzas, trabajos y sufrimientos por los que todavìa no tienen el don de la Fe, utilizando todos nuestros recursos, personales y tècnicos, que estèn a nuestro alcance, para difundir y anunciar a Jesùs, pero sobre todo, siendo testigos, convencidos y convincentes, deCristo, vivo y resucitado.
Hoy màs que nunca, todos los bautizados sintièndonos los màs ricos y privilegiados de todos, nos hemos de entusiasmar ¡y cada dìa màs y màs! en sacar el màximo provecho de ese caudal, de ese tesoro que hemos recibido, renovando sin cesar nuestra decisiòn de ser testigos- anunciadores de Jesùs.
Ahì està nuestra plenitud y realizaciòn personal, nuestra felicidad, ahora y por toda la eternidad.

¡Cuánto puede la oración de una mamá!

" Señor, yo ya he vivido bastante, en cambio, esta muchachita, que es mi hija Paulina, està empezando a vivir. Si te parece bien, llèvame contigo, pero a ella devuèlvele la salud y haz que conserve su vida"

La que asì oraba era la mamà de Paulina Jaricot, la que un dìa serìa un magnìfico instrumento del Espìritu Santo en favor de toda la Iglesia universal. ¡Què hermosa oraciòn! Plegaria sencilla y sincera, expresiòn de una gran fe, de un amor admirable. Se advierte, enseguida, que esta oraciòn y la forma como està presentada, es de una mamà muy creyente y fervorosa.
Le brotò de lo màs profundo del corazòn. Es verdad que hablaba la boca, pero era el corazòn derretido, el corazòn de una mamà, el que oraba y suplicaba. Asì, conquistò a Dios, logrando inmensamente màs de lo que ella podìa imaginar.
Todos sabemos que Dios se emociona de tal manera cada vez que una mamà ora por sus hijos, que no sabe, no puede negar lo que ellas piden, sobre todo, cuando piden lo que Dios quiere darnos.
¡Nadie ora con màs amor, con màs corazòn que una mamà! ¿ Nos sorprenderemos de que ellas, cuando oran por el bien de sus hijos, sean especialistas en acariciar y conquistar el corazòn de Papà-Dios, logrando muchìsimo màs de lo que ellas puedan soñar !
Esta mamà nunca imaginò lo que Dios tenìa preparado para su hija, Paulina Jaricot, ya que no sòlo recuperò la salud corporal sino que fue conquistada por Jesùs, quien la librò de sus vanidades, enamoràndola con un amor especial. Quiso elegirla para hacerla instrumento suyo, porque querìa hacer en ella y por medio de ella, obras grandes y hermosas, no sòlo en Francia, su pais natal, sino en la Iglesia universal, en el mundo entero.
¿Por què la oraciòn desta mamà penetrò tan adentro en el corazòn de Papa-Dios ? Porque ella, movida por su gran fe, anteponìa la voluntad de Dios por encima de la salud de su hija muy querida: "Señor, si te parece bien..." Frase, tan repleta de ternura, que parece sacada de los evangelios.

Aprendamos de esta mamà: que es bueno, muy bueno que pidamos a Dios el bien supremo: la vida, la salud de nuestros seres màs queridos, pero cuidando con especial empeño de pedir primero -y sobre todo- que se cumpla la voluntad de Dios en nosotros, convencidos de que ¡siempre saldremos ganando! Es lo mejor que podemos hacer.
Dios quiere infinitamente màs nuestro bien y provecho que nosotros mismos. Cuando pedimos, con humildad e insistencia, que se cumpla la Voluntad de Dios en nosotros, en la persona que amamos, podemos tener la certeza que recibiremos inmensamente màs de lo que nosotros pedimos o esperamos.

La mamà de Paulina Jaricot pidiò la salud de su hijita muy querida, pero prefiriò la voluntad de Dios. Ella no pudo ni imaginar que Dios desbordarìa sus expectativas. Su hija facilitò el que Dios pudiera iniciar y promover la Obra pontificia de la Propagaciòn de la Fe, obra que ha realizado y seguirà realizando - a travès de los siglos - un bien inmenso e inabarcable en toda la Iglesia universal, en millones y millones de personas que se han beneficiado - y seguiràn beneficiàndose - de esta Obra, por lo que la mamà y su hija Paulina cantaràn eternamente las maravillas de Dios.

viernes, 4 de junio de 2010

TODO UN AÑO DEDICADO A PAULINA JARICOT

¿Quièn es Paulina Jaricot? 
Paulina Jaricot es una mujer que naciò en el año de 1.799, en Lyon, Francia. Desde que Jesùs le tocò el corazòn y la llenò de Amor con el Espìritu Santo, no sòlo dejò las vanidades y su frialdad espiritual, sino que empezò una nueva vida, haciendo posible una obra que ha desbordado todas las expectativas humanas ¿ Què obra ha sido èsa ? ¡ La Obra Pontificia de la propagaciòn de la Fe !

En una ocasiòn, regresando a su casa, cansada del trabajo del dìa, le pidiò a la muchacha de servicio que diera algo que animara a su corazòn, muy necesitado de alegrìa, y recibiò una revista misionera, cuya lectura le tocò tan adentro que tuvo una feliz iniciativa: " Por què no reunir algunas per-sonas fervorosas que recen por las misiones y ayuden con una pequeña cantidad de dinero ?"
Esta idea la hizo suya, asumièndola con entusiasmo. Formò pequeños grupos de 10 personas, que se comprometìan a orar, a hacer pequeños sacrificios, con una intenciòn muy concreta: apoyar la propagaciòn de la Fe catòlica en el mundo.
Fue tan grande el espìritu misionero de Paulina que esta iniciativa suya se extendiò por toda Francia.
Esta semillita surgiò en el año 1.818, pero adquiriò tal fuerza que, a los cuatro años, la Iglesia la quiso hacer suya, dàndole el calificativo de "pontificia". Era obra de la iglesia y para toda la Iglesia.
¡Cuànto puede una persona humana - Jaricot era mujer joven - cuando nos dejamos poseer y guiar por el Espìritu Santo !
La Obra Pontificia de la Propagaciòn de la Fe que iniciò y puso en marcha Paulina Jaricot es, sin duda ninguna, la agencia màs grande de ayuda a las misiones en toda la historia de la Iglesia catòlica.
¡Què fuerza transformadora tiene la evangelizaciòn que no sòlo anuncia la mejor noticia : Jesùs es el Dios que nos ama y nos salva, sino que realiza obras sociales en favor de los màs necesitados y marginados del mundo!
Paulina era muy misionera. Vivìa una intensa y profunda vida espiritual, demostrando una gran pasiòn por la justicia social. Se afanaba por evangelizar a los obreros, pero tambièn trabajaba con pasiòn por promover la justicia y los derechos de la clase obrera.
Como le sucediò a Jesùs, a Paulina le tocò sufrir no pocas contrariedades y desprecios. Todo ello lo llevò con paz y mucha serenidad. Ella vivìa llena de Fe y de Amor.
El Papa Leòn XIII hizo este elogio de Paulina Jaricot: " Por su fe, su confianza, su fuerza de espìritu, su dulzura y aceptaciòn de todas sus cruces, es ejemplo para todos"
El Papa Juan XXIII reconociò sus cualidades y virtudes, su entrega a la causa misionera, consideràndola " venerable ", inicio de su proceso a los altares.

Nos podemos preguntar : ¿Què mensaje nos ha dejado Paulina Jaricot?
Hoy, en nuestro siglo XXI, nos dice a todos y cada uno de nosotros:" Vivan su fe, enamorados de Jesucristo. Oren, trabajen, ofrezcan sus sufrimientos con los de Jesùs. Todo, por la salvaciòn del mundo, para que todos conozcan al Dios, vivo y verdadero, y a su Hijo, Jesucristo. Sièntanse orgullosos, felices y agradecidos de ser Iglesia misionera.
De esta manera, agradeceràn el tesoro màs grande de todos: nuestra Fe"
Todo este año 2.010 ha sido dedicado a esta mujer de fe, profunda y misionera, para que todos y cada uno de los bautizados nos animemos a ser màs cristianos, mejores evangelizadores.
Paulina Jaricot es un hermoso y elocuente testimonio de vida cristiana-misionera. Ella es ejemplo y punto de referencia para que -cada dìa - nos aprovechemos màs y màs de Jesùs y nos gocemos intensamente de su Amor, compartiendo este nuestro tesoro con todos los que màs podamos: con los que viven a nuestro lado y ¡tambièn! con los que fìsicamente estàn lejos de nosotros ¿còmo? Orando y ofreciendo nuestra vida por ellos.
Esta fue la felicidad de Paulina Jaricot ¿No ha de ser tambièn la de cada uno de nosotros?